El Paro y la Generación de Cristal en Colombia
Los psicólogos y los expertos en taxonomías dicen que las personas que nacieron después del año 2000 hacen parte de la denominada generación de cristal, unos jóvenes asociados con la fragilidad la inestabilidad, la inseguridad, la indolencia, y con la falta de amor y compromiso con los establecimientos sociales, debido a que tradicionalmente se les asocia con ese vínculo fuerte con las tecnologías, a la dependencia económica de sus padres y con la facilidad con la que obtienen las cosas sin necesidad de esfuerzo, y en términos generales su aparente desdén y desinterés, frente a lo que sucede alrededor.
Comparten en términos generales características con su generación precedente, es decir los llamados centennials, a los que se les critica permanentemente por estar pegados al celular, su contacto con la tecnología, la poca tolerancia a la crítica y a la frustración, su búsqueda de reconocimiento constante, la falta de respeto y la poca valoración frente a la autoridad, no solo estatal sino también familiar, su aparente insensibilidad y desinterés por los problemas cotidianos, y en algunos casos su poca capacidad para desarrollar procesos de inteligencia emocional, su incapacidad por leer libros y reemplazar los espacios reales por espacios virtuales representados en las redes sociales, en donde se busca más la idealización que la realidad.
Sería muy interesante ver como todos esos especialistas en psicología y todos los taxónomos analizan lo que está sucediendo en Colombia, en donde esas dos generaciones precisamente, con valentía, fuerza, inteligencia, gallardía, y en medio de alegría, paz, reflexión, y un enorme sentido de nación, se han unido en torno a lo que las generaciones anteriores no han podido hacer, luchar por sus derechos, rechazar la violencia, y pararse como guerreros ancestrales, unidos y desafiantes ante un estado sordo que únicamente defiende sus intereses y los de todos aquellos que lo ayudaron a conformarse, un estado al que no le interesa la comunicación con la juventud o con la gente, está más preocupado por su imagen internacional, por intentar detener las protestas y los eventos que se están desarrollando, para poder cumplir con todos los compromisos y con las toneladas de mermelada que debe repartir día a día; esos muchachos que están pegados al celular y a las redes sociales desnudaron a un estado corrupto, violento, conformado por un montón de personas que no representan al pueblo, que no tienen idea de lo que significa la palabra identidad, que piensan que a las personas se les puede convertir en una cifra y que creen que los desaparecidos y los muertos son solamente una estadística que se puede tapar simplemente esperando a que el tiempo se encargue de afectar la memoria, un grupo de niños que todavía le tienen que pedir permiso a los papas para poder salir a tomarse una cerveza, le demostraron al estado, a ese gigante armado qué se esconde detrás de la fuerza, y que aparentemente lidera y representa a un país, que ya no los reconoce, que están cansados de tener dirigentes que no son otra cosa que una marionetas, enceguecidos de poder, que defienden un mundo que ya no existe, que defienden modelos educativos que son caducos, y que ya ni siquiera son capaces de garantizar el empleo, la salud, y mucho menos la seguridad.
Hay que tocar en las puertas de esas entidades que se precian y enorgullecen de salvaguardar e investigar supuestamente, los diferentes elementos relacionados con la identidad, la ciudadanía, y la nación, ojalá el Centro de Memoria Histórica o el Museo Nacional de Colombia, salgan a la calle, no a protestar o hacer parte de las arengas que están promoviendo los promotores de estas marchas, para que se den cuenta hacia dónde va la construcción de nación, porque en la calle hoy no hay ciudadanos, hay personas, historias vinculadas por miles de cadenas diferentes ,por la violencia, las necesidades, los dolores, los miedos, el género, incluso por esa necesidad tan humana que es sentir que se existe.
Durante estos días estos muchachos a los que se les ha tildado de vándalos, delincuentes, insurrectos e inconformes, nos han hecho recordar y sentir que hacemos parte de una sociedad, mal conformada, mal distribuida, y sobre todo mal cuidada; es muy importante entender que nuestro modelo es democrático, y a las personas que hacen parte de todo el ente gubernamental se les ha olvidado que la palabra democracia significa poder del pueblo, hace mucho tiempo en los Estados Unidos Abraham Lincoln le explicó a su país cuando estaba intentando convencerlos de eliminar la esclavitud, que un Gobierno democrático es del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo; sin importar la raza, el credo, y el dinero.
Al presidente Iván duque y a su Gobierno al parecer se le ocurrió invertir las prioridades a su acomodo, acciones que fueron desnudadas en la reforma tributaria y en la reforma a la salud que intentó subir, es más importante el dinero, los partidos políticos, y el poder.
Por fortuna apareció en el horizonte una generación de cristal, a la que no le interesan los partidos, la que prefiere jugar horas y horas fortnite en lugar de perder el tiempo pensando de qué color o de qué género es el otro, eliminando de forma digital las fronteras que con tanto ahínco y tanta terquedad crean los gobiernos, y sobre todo una generación de cristal que resultó ser más coherente y más reflexiva que todos esos modelos que se inventan todos los días, a esta generación tenemos que rodearla, no al gobierno, porque ahora que se hicieron visibles todos los oportunistas van a intentar aprovecharse e intentar capitalizar esa horda de personas maravillosas y convertirlas a los modelos tradicionales, nuestra responsabilidad es ahora, con ellos, para que puedan crear un modelo diseñado para su futuro y no para nuestro pasado, aceptando con humildad que la generación de cristal muy pronto se va a convertir en ese diamante que añoran todos.
La lección que nos deja esta generación es que su motivación es pensar en el otro, con equidad y con amor…
D.R. El lector