Identidad, Nación y territorio, un tema que no existe en la educación colombiana

Fotografía: Colarte.
Una de las cosas más importantes que debemos tener en cuenta en la educación en Colombia especialmente en la educación primaria, es que se debería pensar en replantear la manera en qué se diversifican los tiempos de aula, hoy en día, aún, como si estuviéramos viviendo en el siglo pasado se trabaja por medio de materias, sin contextos, separando e independizando cada uno de los espacios académicos a los que se debe enfrentar una estudiante, como si en nuestra cotidianidad nosotros viéramos las cosas separadas, como si la vida se diera por medio de segmentos y contenidos; la existencia se desarrolla por medio de contextos, interacciones, mezclas sin preparación de temas, sensaciones, sentimientos y por supuesto experiencias.
Lo que nosotros denominamos hoy en día educación básica primaria debería esforzarse un poco más por la construcción de caminos e identidades, sus procesos en aula deberían enfocarse un poco más en la búsqueda de la libertad individual, determinar lo que significa un derecho y un deber, conocer y experimentar los distintos procesos que se desarrollan en una sociedad, y sobre todo cómo construir comunidad a partir de la diferencia, la tolerancia y la inclusión.
En los colegios debería existir un espacio destinado a la nación e identidad, en donde los chicos exploren, conozcan e interactúen con los distintos conceptos de Cultura, territorio, y todos y cada uno de esos elementos que realmente le permitan entender cómo se construye comunidad, a partir de la confianza, la honestidad, la familia y el amor; hoy en día se desperdicia el tiempo en un colegio enseñándoles Geografía, elemento que por supuesto es importante pero que la tecnología desplazó, y que no es un factor determinante en la generación de la personalidad de un niño; se les enseña historia del siglo XIX, en la que se insiste en que Colón descubrió América, y que gracias a la evangelización existe la cultura. Estos son los aspectos que debemos evaluar, proponer y establecer elementos reales de construcción histórica y memoria, aprovecharnos de la tecnología y de los resultados de las investigaciones de todo este tiempo para re-descubrir, esa historia falsa que se le enseña a los niños y que lo único que hace es coartar su capacidad de crecimiento (la historia como se enseña actualmente aliena y estructura un pensamiento servil en los niños). En lugar de desperdiciar el tiempo memorizando falsedades, podríamos enfocarnos en que los niños construyan y entiendan en qué consisten los modelos de comunidad, trabajo en equipo, respeto y equidad, los niños no deberían estar sentados en un salón escuchando y llenando libros, deberían estar inmersos en laboratorios vivos, que estimulen su motricidad, la búsqueda de sus talentos, el reconocimiento y la exploración de lo que sucedió y sucede en sus territorios, y por supuesto en la construcción de valores desprendidos de dogmas y políticas. Para esto por supuesto debemos enfocarnos en reconstruir nuestros modelos de enseñanza, y resetear a nuestros profesores.
Muchas personas dicen que estos temas son lejanos y ajenos a ese periodo infantil, pero no es así, por el contrario, en ese periodo los niños no tienen ningún tipo de alienación cultural o social, para ellos todos son iguales, todos son valiosos, no hay diferencias o separaciones por elementos construidos por los adultos y que en últimas ellos simplemente aceptan por imposición y por miedo, por ejemplo, la religión, la cultura, y los conceptos de correcto e incorrecto.
En el siglo pasado los psicólogos, y los supuestos orientadores establecían que lo más importante en el periodo de la primaria era ejercer modelos de autoridad, respeto, y adaptación a la sociedad a la cual pertenece el niño. Estos por supuesto determinados de acuerdo a su nivel socio-económico, a los ideales establecidos por los padres de los niños canalizados en el tipo de escuela y en su capacidad para pagar mayores o menores beneficios para el niño, creando en su cabeza segmentaciones y separaciones desde edades muy tempranas, en donde se marca a la fuerza al niño para que se enrole en un juegos innecesario de clases, géneros, credos, y posturas que ellos no entienden pero que deben asimilar y aceptar porque es lo correcto según sus padres y esos modelos antiguos de educación para servir.
Gracias a esto tácitamente los infantes en Colombia se enfrentan a dos estructuras, que afectan y determinan en la mayoría de los casos el futuro de los niños, todos aquellos que están condenados a la educación gratuita y estatal, firman sin querer y sin poder elegir una sentencia a tener que existir para servir a otros, para trabajar para otros, para no poder aspirar a la visibilidad o la importancia, y mucho menos a ser dirigentes o líderes, estudiar en un colegio del Estado es un estigma de pobreza.
Ahora bien, los que tienen la posibilidad de estar en colegios privados, se enfrentan a una guerra de capacidad económica, y aparece un montón de niveles en los que la “educación” se convierte en un producto que sólo es alcanzable para el que más dinero tenga, y además el nombre del colegio apalancará y facilitará el ingreso a la educación superior, y se convertirá en el primer ítem de la hoja de vida de las personas para aspirar a la mal llamada clase media y alta en Colombia.
Las marchas y las concentraciones que se están dando por estos días en Colombia, entre otras cosas están mostrando que los jóvenes no están interesados en continuar con este modelo, que su capacidad de aguante, y la falta de equidad en la denominada educación primaria y secundaria, arrojan a las calles a los jóvenes cuando egresan sin ningún tipo de preparación real para ser personas, ciudadanos, emprendedores y mucho menos líderes.
D.R. El lector que nunca lee